Envueltos en neblina balsámica que droga los sentidos. El narcótico es la música que se desliza entre los cuerpos y se refleja en el brillo de las copas. La puerta se abre para dar lugar al momento y espacio preciso, you can dance.
Lo miras y te tientas, el deseo se incrementa. El mío también cuando la humedad visita la cavidad estrecha. Por mis piernas escurren los sentidos y el aliento. Las manos recorren la línea que traza la oquedad acuosa, con uno, dos, tres, cuatro.
Las separas para vislumbrar el abrir y cerrar de la dolce vita, te invita a entrar sin compasión ni beneplácito. La dolencia se presenta como la única opción apetecida.
El juego y el dolor son uno mismo y se conjugan en quejidos y jadeos, en un torbellino de abrir con fuerza hasta vencer la inercia.
Envidio lo que miras. Desespero por el hilo en el centro de la oscuridad abierta.
La espalda se encorva hacia bajo y ofrece el espacio.
De entradas por salidas sistemáticas nos llenamos en los lienzos, hasta que la fuerza te agote, hasta que el espasmo es insostenible.
Hasta quedar resquebrajado… y suspirar de deseo.
**La Maga**