1 jun 2012

Cucarachas, momentos y recuerdos


Dicen que cada momento tiene su tiempo. La verdad es que los momentos son momentos, momentáneos, que buscan su permanencia a través de reiteradas repeticiones momentáneas. La experiencia me ha demostrado que si un momento se pierde y no es seguida por más momentos, lo que queda es una transformación kafkiana: de humano a cucaracha, de momento a recuerdo. Los recuerdos son momentos muertos, con lápidas adornadas o apenas una crucecita raquítica, pero muertos, muertísimos, eso sí. Son poquísimos los momentos que, sin repetición momentánea y permanente, sobreviven a que les crezcan seis patas; lo que si se es que esos momentos victoriosos lo son porque siempre buscaron hacerse presentes. La resurrección de los recuerdos en momentos no es común, tampoco es milagrosa, no se ve cada tercer día. Al contrario, son como fósiles que se pierden en capas bajo tierra los cuales después en una búsqueda ociosa, se encuentran. Y se encuentran sólo para confirmar que en efecto ese pedazo gris de materia pertenece a la estructura de un recuerdo que, en algún momento, fue momento. El misterio es pues la sobrevivencia de los momentos. Hay momentos que se hacen presentes por que los repasamos en la mente reiteradamente, una y otra vez, los repasamos y  –a veces- los distorsionamos en un aferrado intento de resistirnos a la muerte kafkiana. Ahí los momentos no se convierten en recuerdos, sino que se transforman en retazos de momentos esparcidos en la memoria. Por eso, cuando el momento logra volver a repetirse, consigue salvarse. Es decir que el momento es victorioso por dos cosas: la primera, la aferración necia del momento para no morir; la segunda, la necedad aferrada nuestra de repetir los momentos. Eso sí, si sólo queda la necedad aferrada nuestra, lo que obtendremos del momento es un recuerdo viviente, un zombie de momento. Si sólo queda la aferración necia del momento para no morir, tendremos un recuerdo que nos quita el sueño. No somos nosotros que sobrevivimos, si acaso lo hacemos, es porque sobrevivimos los momentos.
**La Maga**

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