19 may 2010

Demonio Dos


Y mira que no es que te tenga lista de preferencias. Ni cuento con sabores del pasado. Sucede, verás, que perdí la magia y no la encuentro en ningún lado. Y tampoco es que no me guste esta feminidad diligente, pero no me sienta bien cuando se resume a estos hábitos de adulto rutinario. A veces la veo que me pisa los talones, y no es que tenga ojos en la espalda, es que tengo añoranza de magia esparcida y espontánea. Tengo que decirte que añoro las fotografías que no se han tomado, las cartas que no se han escrito y los apodos que no se han inventado. Hoy salté 10 veces la rayuela, sólo para ver si llegamos de la tierra al cielo y del cielo a la tierra, más bien quiero cielo y tierra juntos. Pásame la tiza para pintarla de nuevo. Qué necedad la tuya, y la mía, la de ambos, la de esa magia estúpida. Tengo muchos deseos, pero tengo más deseo de que lo desees tu también, que si no se siente un hueco. Hueco del primer demonio, igual pero a la inversa. Ya tomé un baño para ver si el jabón encuentra las ideas. Ya cerré los ojos e imaginé los cronopios que no me has dado y que no te he dado yo. Y no se ni me importa –con el respeto que le tengo- si los cronopios él los consideró, además de verdes, elixir y remedio contra mi demonio deux.

La cosa es que –y has como que no te hablo a ti pero escucha todo- que me falta el aire del amorío adolescente.


La Maga**

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